Tal vez tengas un maravilloso recuerdo de tu dulce infancia y haya llegado el momento de decidirte a implantar estos recuerdos en tu piel para siempre.
Probablemente, estos diseños consigan transportarnos a nuestra lejana infancia, donde ser feliz las 24 horas del día era nuestra máxima preocupación y que nuestros padres nos riñeran la mayor decepción del mundo; Correr como locos de arriba para abajo y llegar antes que los demás nuestra meta en la vida y una bolsa de chuches el mejor premio…
Época en la que un simple palo, una caja de cartón y una piedra hacían que una tarde normal pasase a ser una aventura que nunca olvidarías; cuando las cosas eran simples y todos nuestros problemas desaparecían con un “uve”, “casa” o “caballito blanco”. Nuestra máxima motivación para lograrlo todo en la vida era “tonto el último” y nuestros dos lemas que nos sacaban de todos los embrollos eran “santa Rita, Rita lo que se da no se quita” y “quien fue a Sevilla perdió su silla”.
Si alguien te ofendía y te decía algo feo, también teníamos solución “rebota, rebota y en tu culo explota”. Porque entonces solo nos quedaba ser niños y disfrutar.
Cuando ponernos delante de la tele a ver Los dibujos animados como era tenernos entretenidos horas y horas sin movernos de allí.
Entonces éramos el centro de atención para todo el mundo; fue pasando el tiempo y con ello maduramos; pero nunca dejéis morir el niño que lleváis dentro, haced payasadas, no os importe lo que piensen los demás, salid corriendo sin avisar, porque estos momentos son los que harán más felices tu vida y te ayudaran a no olvidar quien eres, de dónde vienes y hacia dónde vas, porque en algún lugar de nuestra alma está la isla de nunca jamás y en ella nuestro niño interior divirtiéndose con campanilla y los niños perdidos.